Un rico labrador, que veía aproximarse su muerte, llamó a sus hijos aparte para hablarles sin testigos.
-Guardaos muy bien, les dijo, de vender vuestra heredad, legada por nuestros abuelos. Un tesoro se oculta en su entraña, aunque ignoro su sitio. Mas, con un poco de esfuerzo, conseguiréis encontrarlo. Pasada la cosecha, removed vuestro campo, cavadlo de arriba a abajo, no dejéis un palmo de tierra si remover con vuestras palas.
Murió el padres y los hijos cavaron el campo de abajo a arriba; lo hicieron con tal ahínco que al año siguiente la cosecha fue más grande. Dinero no encontraron, porque no lo había. Pero su padre fue muy sabio, enseñándoles, antes de morir, que el trabajo es un tesoro. (J. Lafontaine)
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