"¿Cuánto tiempo ha pasado ya? ¿Cuánto falta para que nos saquen de aquí?".
El jefe se dio cuenta de que esto sólo contribuía a ponerlos más nerviosos y, con la ansiedad, a gastar más oxígeno. Por eso, sugirió que fuera el minero que tenía el reloj quien les avisase cada media hora. Consciente de lo difícil que sería decirles que el tiempo se agotaba, el minero añadió una estrategia: iría añadiendo minutos a esa media hora para engañarles y lograr que aguantasen más sin darse cuenta. Su idea permitió que los sacasen de allí tras más de cuatro horas de espera. Todos sobrevivieron menos uno: el que llevaba el reloj.
Fuente: Revista Pronto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario