"Un elefante es igual que una serpiente". El cuarto alargó la mano hasta la rodilla robusta y arrugada: "Yo lo tengo muy claro. Un elefante es lo más parecido en el mundo a un árbol". El quito tocó casualmente una de las enormes orejas y comentó: "No sé qué pensarán los demás, pero a mí me recuerda a un abanico gigante". El sexto asió la cola y afirmó: "El elefante es un animal parecido a una cuerda". Así, convencidos de encontrarse ante seres muy diferentes, los ciegos discutieron sin llegar a ponerse de acuerdo. Lo mismo nos pasa a nosotros cuando conocemos parcialmente la realidad, todos podemos tener parte de razón y, a la vez, estar equivocados.
Fuente: Revista Pronto.
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