Fuente: Revista Pronto.
Una niña estaba hospitalizada desde hacía unos meses porque sufría una extraña enfermedad. La única oportunidad de recuperar la salud era su hermanito, de 5 años, quien había podido sobrevivir a la misma enfermedad y había desarrollado anticuerpos. Con una transfusión entre hermanos, había muchas posibilidades de salvarla. El doctor que llevaba el caso se lo explicó al niño, si estaba dispuesto a darle su sangre a su hermanita. Entonces, el niño, con un suspiro, dijo que si eso era lo que la salvaría, lo haría. Mientras realizaban la transfusión, ambos hermanos se miraron a los ojos y el niño empezó a sonreír a medida que veía que las mejillas de su hermanita recuperaban el color. Por el contrario, su cara empalideció y comenzó a llorar cuando le preguntó al doctor: "¿Cuánto empezaré a morirme?" El niño creyó que tendría que darle toda su sangre y, aun así, estaba dispuesto a dar su vida por su hermana. Y es que la generosidad no tiene límites cuando amas de verdad.
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