
Una vez terminadas, Dédalo batió sus alas y cuando supo cómo volar, enseñó a su hijo: le advirtió de que no volase demasiado alto porque el calor del sol derretiría la cera, ni demasiado bajo porque la espuma del mar mojaría las alas y no podría volar.
Al cabo de un rato el muchacho comenzó a ascender, el ardiente sol ablandó la cera que mantenía unidas las alas y éstas se despegaron. Agitó los brazos, pero no quedaban suficientes plumas para sostenerlo en el aire y cayó al mar.
Fuente: Resumen Wikipedia