Un grupo numeroso de ranas iban paseando por el bosque
cuando, de repente, dos de ellas cayeron en un profundo pozo. En ese momento,
todas las ranas pensaron que no habría manera de salvar a sus compañeras y que
allí habían acabado sus días. Por eso, desesperadas y angustiadas, no paraban
de gritarles:
─ ¡No podréis salir de ahí! ¡Dejad de saltar, no tiene
sentido!
Pero las pobres no hacían caso a esos gritos de desaliento
que sólo conseguían minar sus cada vez más escasas fuerzas. De hecho, uno de
los anfibios pronto se desanimó, paró de saltar y se ahogó. La otra rana no se
dejó vencer y siguió salta que salta pese a los agoreros gritos de sus
congéneres:
─ ¡No lograrás salir del pozo!
Fuente: Revista Pronto.
Créditos imagen: eldesastredemaria.deviantart.com
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