Un día de tormenta apareció una chica joven y hermosa, asegurando ser una princesa. Estaba toda empapada y sucia. Los reyes no podían dejarla desamparada, así que la acogieron por una noche. El príncipe decidió ponerla a prueba, para descubrir si era una princesa verdadera como decía, o si era otra farsante que buscaba presumir de quedarse una noche en palacio. La prueba consistiría en poner un guisante debajo de una pila de colchones, uno encima de otro. Si la chica decía haber dormido bien, mentía, porque no habría notado el guisante. Sólo una princesa sería lo suficientemente delicada para notarlo.
Los sirvientes de palacio prepararon la cama con varios colchones y un diminuto guisante en el último de ellos. Al día siguiente, sin entender el propósito del príncipe, se levantó indignada. Dijo que algo había entre los colchones de su cama, ya que había dormido fatal y que era tan incómodo que se le había llenado en cuerpo de cardenales.
El príncipe entendió que aquella princesa era verdadera, así que le pidió que se casara con él, ella aceptó encantada y vivieron felices y comieron perdices.
Fuente: recuerdo el cuento de cuento desde que era pequeña.
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