Todos los presentes se perdían en los globos de colores: uno verde, uno azul, uno amarillo, uno rojo, uno lila... El único que no miraba era un niño de color negro, que prefería ver cómo el hombre soltaba los globos, en vez de ver cómo estos avanzaban por el cielo.
Se acercó al hombre y le preguntó por uno de los globos que no había soltado: uno de color negro.
- Si soltara ese, ¿también subiría tan alto como los demás?
El hombre, sabiendo a qué se refería exactamente el niño, le contestó:
- Claro que subiría tan alto como los demás, porque lo importante no es el color del globo, sino lo que hay en el interior de cada uno de ellos.
Texto: Revista Pronto.
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