domingo, 17 de mayo de 2015
El lobo cano que se llamaba Gil
Había una vez un lobo cano, cano, que se llamaba Gil. Se levanta una mañana temprano y dice: "Mal día hoy, que me ha crujido el rabo". Y echa a andar, andar y andar y se encuentra con dos cabritillos.
- ¡Ahora mismo me los como! - ruge el lobo.
- No te los comas - suplica la madre -. Que están partiendo la tierra de sus abuelos.
- Pues que la partan pronto, que yo tengo hambre.
- Ponte en medio - dice la madre, astuta.
Entonces huyen los dos cabritillos mientras que la madre corre hacia él y...¡PUM!, le da un topazo y va a parar a donde había una sarrieta de morcillas. El lobo cano las huele y dice: "No las quiero, que tienen cebolla". Y echa a andar, andar y andar, a ver si encuentra otra cosa que echarse a la boca. Y encuentra una sarrieta de salchichas. Las huele y dice: "No las quiero, que tienen pimienta".
Sigue andando y se encuentra una gorrina que estaba criando a sus siete gorrinos.
- ¡Ahora mismo me los como! - ruge el lobo.
- No te los comas - suplica la madre -. Que todavía no están bautizados.
- Pues vamos a que los bautices y después me los comeré.
El lobo cano acompaña a la orilla del río a la gorrina y la ayuda a bautizar a sus hijos. Uno por uno.
- ¿Éste cómo se llama? - pregunta el lobo.
- ¡Éste, Antonio! - dice orgullosa la gorrina.
- ¿Y éste otro? - pregunta el lobo.
- ¡Éste, Juan! - dice ella, orgullosa de nuevo. Así hasta que llegaron a los siete, echándoles un chorreón de agua a cada uno para bautizarlos. Una vez terminada la tarea, el lobo se dispone a comérselos, pero la gorrina coge carrerilla y lo empuja, echándolo al río.
- ¡Ay, que desgraciado soy. Que la gorrina me ha echado al río! - se lamenta el lobo. Sigue el río abajo y al final del él puede salir por un clareo y sale del agua. Se encuentra con una yegua pequeña.
- ¡Ahora mismo me como a tu hijita! ¡Que tengo mucha hambre y no puedo esperar más! - ruge el lobo.
- No te la comas - suplica la madre. Tiene una pincha en el talón. Por favor, si la pudieras ayudar a sacársela.
- Yo te la saco, que tengo buenos dientes. Y después, como recompensa para mí, te comeré.
Se dispone a sacarle la pincha y la yegua le pega una coz que lo manda bien lejos, rompiéndole además todos los dientes. Cansado de su día, se tumba bajo un pino y se lamenta: "¡Qué desgraciado soy! ¡Ay si me cayera un rayo!". Entonces, un leñador que estaba subido en el pino mientras trabajaba, oyó lamentarse al lobo y dejó caer su hacha, cortándole la cabeza. Entonces, dijo el lobo:
- ¿Ves? Si es que soy un desgraciado. Ya sabía yo esta mañana al crujirme el rabo que no iba a tener un buen día.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
COSAS A SABER
Fuente del cuento: mi abuela materna.
Sarrieta: Espuerta honda y alargada en que se echa de comer a los animales de carga.
Twitter: #Chascarrillos o #ChascarrillosdelaAbuela
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