martes, 18 de marzo de 2014

Cuento reflexivo: La leyenda de los palillos

Un hombre muy sabio aceptó el regalo de un mago que le prometió que haría realidad dos de sus deseos. El primero de ellos fue visitar el infierno y, nada más llegar allí, vio una multitud famélica sentada a una mesa repleta de todo tipo de apetitosos manjares. Pese a la buena apariencia y abundancia de platos, los comensales hacían cara de hambrientos y sus rostros estaban demacrados. Para comer tenían que servirse de unos larguísimos palillos y, por más que estiraban el brazo, jamás conseguían llevarse ni una miga a la boca.

Perplejo, pero satisfecho de haber podido conocer mejor cómo era el infierno, el sabio se dispuso a cumplir su segundo deseo. La otra cara de la moneda era subir al cielo para comprobar con sus propios ojos todas las bondades que había leído y oído sobre él.

jueves, 6 de marzo de 2014

Cuento reflexivo: La piel del cocodrilo

Una antigua leyenda de Namibia cuenta que, hace muchos años, el cocodrilo tenía la piel lisa y dorada como si fuese de oro. Solía pasar todo el día bajo el agua y sólo durante la noche salía a la orilla. En ese momento, cuando la luz de la luna se reflejaba en su brillante piel, todos los animales de la sabana que iban hasta a llí a beber se quedaban como hipnotizados mirando la belleza del reptil.

Pavoneándose de orgullo, el cocodrilo empezó a salir cada vez más a menudo durante el día y, aunque iba completamente cubierto de lodo, el sol empezó a castigarle la piel. Poco a poco, su cuerpo quedó cubierto por la coraza de duras escamas pardas característica de estos reptiles. Tras esta transformación, los otros animales dejaron de ir a beber durante el día y ya no prestaron atención al cocodrilo.

lunes, 3 de marzo de 2014

Cuento reflexivo: La riqueza

Un hombre riquísimo quiso que su hijo apreciase la cantidad de cosas que tenía y, para ello, decidió pasar con él un fin de semana en una casa de campo cuyos propietarios eran tan humildes que apenas contaban con lo básico para sobrevivir. Cuando acabó el viaje y ya estaban de regreso en su fastuosa mansión a las afueras de la ciudad, el padre le preguntó, con curiosidad, al muchacho:

- ¿Qué te ha parecido este viaje?

El niño aún estaba impresionado por la belleza de los campos y la naturaleza, por lo que no dudó en su respuesta:

- ¡Ha sido muy bonito, papá!

El hombre de negocios siguió comentando algunos momentos del fin de semana.

- ¿Viste lo pobre que puede llegar a ser la gente?

A lo que el niño contestó: