miércoles, 23 de julio de 2014

Cuento reflexivo: El burro descontento


Había una vez un burro descontento. Era pleno invierno y los días de frío y lluvia le obligaban a permanecer encerrado en el establo. Además, la paja seca e insípida tampoco era de su agrado, y sólo deseaba que llegase pronto la primavera para comer la fresca hierba del prado.

Llegó la esperada primavera, aunque apenas pudo saborear la hierba porque su dueño empezó a segar todo el prado para alimentar al resto de sus animales. Al burro le tocó cargarla sobre su lomo, por lo que ya estaba harto de la primavera, y deseó que llegase el verano.

Cuando llegó el verano tuvo que transportar las mieses y los frutos de la cosecha. Sudó y se agotó de tal manera que contaba ya los días que quedaban para el otoño. Empezaron a caer las hojas y al burro le seguía esperando el trabajo: era época de vendimiar y de recoger otros frutos del campo, por lo que las jornadas duraban de sol a sol.

domingo, 20 de julio de 2014

Cuento reflexivo: La llama interior



Había una vez un rey de la India muy rico y poderoso. Pese a ello, mostraba total indiferencia respecto a todos los tesoros del mundo, incluido los suyos propios. Sólo se preocupaba de abarcar conocimientos y de cultivar su espiritualidad. Lleno de curiosidad, uno de sus súbditos le preguntó el motivo de aquel desinterés, cuando lo normal era que una persona rica fuese ambiciosa y desease más y más tesoros y riquezas. Entonces, el rey le propuso un reto:

- Darás una vuelta completa a todo mi castillo, pasando por todas las salas, pasillos y patios. Llevarás consigo una vela y, como se te apague, mandaré que te decapiten.

El súbdito se aterró ante aquello y, temiendo por su vida, cumplió su cometido a la perfección. Entonces, el rey le preguntó:

- ¿Cuáles de mis tesoros te han llamado más la atención?

- No me he fijado siquiera, Majestad. Estaba demasiado ocupado y pendiente de que no se apagara la vela.

- Pues ya conoces mi secreto. Estoy tan ocupado de avivar la llama de mi espiritualidad que las riquezas del mundo no me interesan nada.

Fuente: Revista Pronto.
Créditos de imagen: eldesastredemaria.deviantart.com

miércoles, 16 de julio de 2014

Poemas de Jorge Guillén

DESNUDO

Blancos, rosas... Azules casi en veta,
retraídos, mentales.
Puntos de luz latente dan señales
de una sombra secreta.
Pero el color, infiel a la penumbra,
se consolida en masa.
Yacente en el verano de la casa,
una forma se alumbra.
Claridad aguzada entre perfiles,
de tan puros tranquilos
que cortan y aniquilan con sus filos
las confusiones viles.

jueves, 10 de julio de 2014

Cuento reflexivo: El sendero

Un día, un becerro atravesó un bosque virgen para volver a sus pastos. Como era un animal y no pensaba, trazó un camino lleno de curvas colina abajo, colina arriba. Al día siguiente, pasó por allí un perro y cogió el sendero abierto por el becerro. Poco después, pasó lo mismo con un rebaño de ovejas.

Los hombres no tardaron en transitar por esa ruta. Todos iban por el mismo camino lleno de obstáculos a derecha e izquierda y no paraban de quejarse, pero nadie se preocupaba de trazar un nuevo itinerario que les ahorrase tiempo y esfuerzos. Su uso lo convirtió en un amplio camino, que acogía gran tráfico de personas y animales que se veían obligados a caminar casi tres horas cuando la misma distancia podría haber sido recorrida en apenas una, si el trazado fuese más recto.

Poemas de Luis Cernuda

QUISIERA SABER DÓNDE ESTÁ LA MUERTE

Quisiera saber por qué esta muerte
al verte, adolescente rumoroso,
mar dormido bajo los astros ciegos,
aún constelado por escamas de sirenas,
o seda que despliegan
cambiante de fuegos nocturnos
y acordes palpitantes,
rubio igual que la lluvia,
sombrío igual que la vida es a veces.

Aunque sin verme desfiles a mi lado,
huracán ignorante,
estrella que roza mi mano abandonada su eternidad,
sabes bien, recuerdo de siglos,
cómo el amor es lucha
donde se muerden dos cuerpos iguales.

Yo no te había visto;
miraba los animalillos gozando bajo el sol verdeante,
despreocupado de los árboles iracundos,
cuando sentí una herida que abrió la luz en mí;
el dolor enseñaba
cómo una forma opaca, copiando luz ajena,
parece luminosa.

Tan luminosa,
que mis horas perdidas, yo mismo,
quedamos redimidos de la sombra,
para no ser ya más
que memoria de luz;
de luz que vi cruzarme,
seda, agua o árbol, un momento.

DONDE HABITE EL OLVIDO

Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.

Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.

En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.

Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.

Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.

Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido.

PEREGRINO

¿Volver? Vuelva el que tenga,
Tras largos años, tras un largo viaje,
Cansancio del camino y la codicia
De su tierra, su casa, sus amigos,
Del amor que al regreso fiel le espere.

Mas, ¿tú? ¿Volver? Regresar no piensas,
Sino seguir libre adelante,
Disponible por siempre, mozo o viejo,
Sin hijo que te busque, como a Ulises,
Sin Ítaca que aguarde y sin Penélope.

Sigue, sigue adelante y no regreses,
Fiel hasta el fin del camino y tu vida,
No eches de menos un destino más fácil,
Tus pies sobre la tierra antes no hollada,
Tus ojos frente a lo antes nunca visto.

NO DECÍA PALABRAS

No decía palabras,
acercaba tan sólo un cuerpo interrogante,
porque ignoraba que el deseo es una pregunta
cuya respuesta no existe,
una hoja cuya rama no existe,
un mundo cuyo cielo no existe.

La angustia se abre paso entre los huesos,
remonta por las venas
hasta abrirse en la piel,
surtidores de sueño
hechos carne en interrogación vuelta a las nubes.

Un roce al paso,
una mirada fugaz entre las sombras,
bastan para que el cuerpo se abra en dos,
ávido de recibir en sí mismo
otro cuerpo que sueñe;
mitad y mitad, sueño y sueño, carne y carne,
iguales en figura, iguales en amor, iguales en deseo.
Auque sólo sea una esperanza
porque el deseo es pregunta cuya respuesta nadie sabe.

SI EL HOMBRE PUDIERA DECIR LO QUE AMA

Si el hombre pudiera decir lo que ama,
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
como una nube en la luz;
si como muros que se derrumban,
para saludar la verdad erguida en medio,
pudiera derrumbar su cuerpo,
dejando sólo la verdad de su amor,
la verdad de sí mismo,
que no se llama gloria, fortuna o ambición,
sino amor o deseo,
yo sería aquel que imaginaba;
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
proclama ante los hombres la verdad ignorada,
la verdad de su amor verdadero.

Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
como leños perdidos que el mar anega o levanta
libremente, con la libertad del amor,
la única libertad que me exalta,
la única libertad por que muero.

Tú justificas mi existencia:
si no te conozco, no he vivido;
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.


domingo, 6 de julio de 2014

Poemas de Dámaso Alonso


MONSTRUOS

Todos los días rezo esta oración
al levantarme:

Oh Dios,
no me atormentes más.
Dime qué significan
estos espantos que me rodean.
Cercado estoy de monstruos
que mudamente me preguntan,
igual, igual, que yo les interrogo a ellos.

Que tal vez te preguntan,
lo mismo que yo en vano perturbo
el silencio de tu invariable noche
con mi desgarradora interrogación.
Bajo la penumbra de las estrellas
y bajo la terrible tiniebla de la luz solar,
me acechan ojos enemigos,
formas grotescas que me vigilan,
colores hirientes lazos me están tendiendo:
¡son monstruos,
estoy cercado de monstruos!

No me devoran.
Devoran mi reposo anhelado,
me hacen ser una angustia que se desarrolla a sí misma,
me hacen hombre,
monstruo entre monstruos.

No, ninguno tan horrible
como este Dámaso frenético,
como este amarillo ciempiés que hacia ti clama con todos sus tentáculos enloquecidos,
como esta bestia inmediata
transfundida en una angustia fluyente;
no, ninguno tan monstruoso
como esa alimaña que brama hacia ti,
como esa desgarrada incógnita
que ahora te increpa con gemidos articulados,
que ahora te dice:
«Oh Dios,
no me atormentes más,
dime qué significan
estos monstruos que me rodean
y este espanto íntimo que hacia ti gime en la noche.»

INSOMNIO

Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas).
A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este nicho en el que hace 45 años que me pudro,
y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los perros, o fluir blandamente la luz de la luna.
Y paso largas horas gimiendo como el huracán, ladrando como un perro enfurecido, fluyendo como la leche de la ubre caliente de una gran vaca amarilla.
Y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole por qué se pudre lentamente mi alma,
por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta ciudad de Madrid,
por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo.
Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre?
¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día, las tristes azucenas letales de tus noches?


sábado, 5 de julio de 2014

Cuento reflexivo: El príncipe y la semilla



Un joven príncipe del norte de China estaba a punto de convertirse en emperador, pero de acuerdo con la ley, para conseguirlo tenía que casarse antes. Por ello, decidió someter a una prueba a las jóvenes de su corte para elegir a la esposa adecuada. Una anciana que trabajaba como criada en palacio pensó en su hija al enterarse de esta noticia. La muchacha sabía que no tenía nada que hacer frente a otras jóvenes más guapas y ricas, aun así ella tenía suficiente con poder estar cerca del hombre por el que lo daría todo.

Llegado el momento, el príncipe anunció cuál era la prueba que deberían superar las aspirantes a emperatriz: "Daré a cada una de vosotras una semilla: la que traiga la flor más bella dentro de seis meses se convertirá en mi esposa".